Vuelta a los libros
Volví a leer el Quijote, los últimos dos capítulos y recordé porque esta novela da tanto de qué hablar y por qué Dostoievski dijo alguna vez que era la novela más triste que él conocía. Ese último capítulo es la semilla del mundo moderno, no sólo de la literatura, sino de lo que habría de venir. Me gusta creer que los libros llegan a mis manos cuando es el momento correcto. Pueden pasar años en el librero antes de que los lea, otros llegan a mí por amigos o regalos y son lo que busco, uno de estos fue un libro de relatos de Somerset Maugham que me prestó uno de mis grandes amigos. Abrí el índice y me encontré con nombres llamativos, títulos de cuentos que me sugerían tantas cosas interesantes, de entre todos, escogí uno que lleva por título The fall of Edward Barnard, que sin exagerar es uno de los mejores cuentos que he leído y mu y propicio para enfrentar ciertos fantasmas de mi vida en el presente. Me dio la idea de traducir este cuento y algunos más de Maugham. Hace tiempo quería hacer traducción y con este libro de historias reunidas me animé. Otro libro de estos días fue La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa y varias lecturas sueltas, como me gusta leer, un poco de todo, comencé a leer el libro Ala impar una antología de poetas poblanas de la generación que comenzó a publicar en los 80, interesante a nivel crítico y poético. Me he sumergido en algunos relatos de Kafka y Borges y de los primeros cuentos del, en ese entonces, joven Julio Cortázar. Es hermoso leer, eso ya lo sabemos, pero es tan hermoso, al menos para mí, paladear lo leído en los días, recordarlo, dejar que exista y se haga parte de la vida misma, no sólo terminar el libro y cerrarlo y comenzar otro como si fueran objetos desechables, supongo que me gusta creer aún en esa quijotesca manía de llevar la pasión de los libros a la vida misma.
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